Breve Historia del Whisky Japonés
En 1854, el comodoro Matthew Calbraith Perr regaló un barril con 414 litros de whisky al shōgun Tokugawa Leyoshi en el marco del tratado comercial de Kanagawa. El pueblo nipón quedó maravillado por ese “extraño sake” venido de tierras lejanas. Los productores locales, influenciados y curiosos, intentaron reproducir su sabor sin demasiada fortuna.
Tras una larga lista de intentos frustrados, fue la compañía Settsu Shuzo la primera en proponerse seriamente elaborar un producto local digno y merecedor de ser llamado whisky japonés. Para ello, tomaron como referencia Escocia por su larga tradición y habilidad tanto en la destilación como en el envejecimiento. Allí fue donde decidieron enviar a un aprendiz.
El escogido fue Masataka Taketsuru, un joven hijo de una larga estirpe de productores de sake. Taketsuru estudió química orgánica en la Universidad de Glasgow en 1919 y trabajó como aprendiz en distintas destilerías. Empezó en Longmorn (Highlands), pasando por James Calder & Co.’s Bo’ness (Lowlands), y terminando en Hazelburn (Campbeltown). Masataka se convirtió en el primer nipón en estudiar el arte de la elaboración de whisky en Escocia.
Con apenas 24 años, conoció a la señorita Rita Cowan, la pareja se enamoró, y en 1920 contrajo matrimonio a pesar de que la familia Taketsuru –perteneciente a una larga línea de productores de sake de Hiroshima, adinerados y bien relacionados– estuviera en contra de la elección poco convencional de esposa que había hecho el joven. La idea tampoco gustó a la madre de Rita, que pidió que la unión fuera anulada cuando se enteró. No obstante, los jóvenes partieron rumbo a Japón, en noviembre de ese año, para comenzar su nueva vida juntos y dispuestos a poner en práctica todo lo aprendido.
El primer whisky japonés nació en 1923 de la mano de Suntory. El fundador de esta compañía, Shinjiro Torii, trabajó desde joven en un comercio de licores y sakes. Torii contrató a Masataka Taketsuru, el químico japonés que viajó a Escocia para estudiar cómo se elaboraba el whisky por encargo de la compañía Settzu Shuzo, que también tenía intención de hacer whisky pero se arruinó antes de comenzar el proyecto.
De esta forma Torii abrió la destilería Suntory Yamazaki cerca de Kyoto, una zona muy valorada por la calidad de su agua. “Suntory Shirofuda” fue el primer whisky elaborado en Japón. No triunfó. Su sabor fuerte y ahumado no logró conectar con el paladar nipón. Años más tarde, después de muchas pruebas, sacaron al mercado el “Suntory Kakubin”, un whisky mucho más suave. La botella cuadrada imitaba la forma del caparazón de tortuga, símbolo de la buena suerte en la cultura japonesa.
En 1934 Masataka Taketsuru deja la compañía Suntory tras una fuerte discusión con Shinjiro Torii y con el objetivo de que los japoneses pudiesen disfrutar de un whisky de auténtica calidad, fundó la destilería Nikka en Yoichi en el norte de la isla, la parte de Japón que, según él, más se parecía a Escocia. El primer whisky de Nikka salió en 1940 y desde entonces su filosofía no ha cambiado. Masataka contagió su entusiasmo y junto a la búsqueda de la excelencia en su elaboración, elevó la calidad del whisky japonés a uno de niveles más altos del mundo.
La esposa de Taketsuru, Rita, murió en enero de 1961 a causa de una enfermedad hepática. Taketsuru murió en 1979. Está enterrado en Yoichi junto con su esposa.